6/2/17

UNA GADITANA EN ROMA

CORNELIA DE GADES
JAVIER TAZÓN
Ed. Pámies, 2017


Es esta la historia de una familia: una influyente familia gaditana de nobles orígenes que destacó en Roma no solo por su poderío económico y carácter emprendedor, sino por su cercanía a las más altas esferas de poder político: Pompeyo, César, y Octavio Augusto. Los Balbo fueron una saga de ilustres personajes, si bien con el tiempo venida a menos; tras la muerte de Cornelia, sólo van a perdurar recuerdos condenados a desaparecer.
Lucio Cornelio Balbo (Maior), después de haber ampliado un imperio comercial creado por su padre, Melk Balbi, fue el soporte de Sertorio, primero, de Pompeyo, después, y finalmente uña y carne con Julio César: de Balbo recibió todo su apoyo económico y político, que César supo recompensar: los Balbo, en principio provincianos de Gades,  recibieron la ciudadanía romana y el refrendo político para su emporio comercial . Tras el asesinato de César, la familia Balbo, siempre en los aledaños del poder, apoyó -con gran visión de futuro- a Octavio, el Augusto del imperio. Se sabe que Maior escribió unas memorias, Ephemerys, actualmente desaparecidas.
Cornelia Balbina, que da título a esta novela, “nació al filo de la batalla de Alesia y murió en tiempos del emperador Tiberio” es una sobrina nieta del Balbo Maior, que a lo largo de la narración recibe el recuento de la historia familiar de labios su tío abuelo y trata de trasmitirla a sus nietos, Luscinila y Marco.
La familia tiene unos orígenes legendarios: Merkl Balbi, el patriarca, provenía de Hannón el cartaginés, y de Menestreo, el fundador de Gades, rey de Atenas. Funden, pues, en el terreno mitológico sus raíces. Balbo Maior fue cónsul de Roma y su hijo Lucio Cornelio Balbo Minor fue procónsul y destacó en múltiples batallas como militar. En Gades fue artífice y promotor de numerosos trabajos arquitectónicos, de cuya continuidad se hace responsable Cornelia Balbina. Sólo sabemos su nombre, como hija única de Balbo Minor, pero su existencia está probada. También existieron Acilia Antuca, (el alter ego de Cornelia) en la novela, y Valerio Fécula, el factotum y antiguo amante. 

Con estos precedentes, tenemos una materia excepcional para una buena novela. El autor la divide en dos partes: la primera trata del relato que Maior hace en primera persona y a veces en segunda, (cuando se dirige a su jovencísima sobrina nieta) de sus andanzas y aventuras junto a los políticos de turno, y de las hazañas bélicas de Minor. Supuestamente, todo ello forma el contenido de Ephemerys, que  su sobrina recibirá como herencia, primero verbal y luego escrita. En esta parte cuenta cómo conoce a César, cómo evoluciona su trato y qué relaciones mantiene con Pompeyo, Octavio, Cicerón, Clodio, Catón, Craso, Antonio… y con otros personajes destacados de la política romana. Asiste el lector no sólo a batallas y movimientos de tropas (contados muy sucintamente, lo cual es de agradecer) sino a toda una serie de intrigas, espionaje y movimientos entre las bambalinas de la política, que dan una imagen muy realista (no la habitual) de la política en Roma, movimientos que, como vemos, no se diferencian  demasiado en esencia de las intrigas  políticas posteriores en la historia. Siempre narrados con una cierta retranca. De Maior pasa a narrar las aventuras de Minor, aventuras que narrará ya Cornelia tanto en el final de esta parte como en la segunda.

La segunda parte cambia de registro: si bien sigue la historia de la familia, ahora es Cornelia la que va a recordar y contar. Pero el autor quiere que sea de modo indirecto, en tercera persona, si bien adoptando el punto de vista de una envejecida Cornelia, que, sintiendo que se acerca su final, quiere visitar a su hijo y nietos de Roma para transmitirles las memorias familiares y despedirse de ellos.
La Balbina tiene desde muy joven una vieja aya, Acilia Antuca, “una mujer áspera, que regentara un elegante burdel para oficiales durante su juventud, allá por Massalia. Dice Minor que es calagurritana, de las pocas mujeres que se libraron de la matanza” y con ella establece una relación casi de simbiosis, hasta el punto que al morir Acilia, Cornelia la siente dentro de sí y conversa con ella, en un desdoblamiento de personalidad próximo a la demencia senil, pero que el autor sabe presentar como un toque de humor. Es un poco el Pepito Grillo de Cornelia.
Así, en esta parte se nos habla del último viaje que  Cornelia realiza para dirigirse a Roma, aunque se queda en Pestum, y es allí donde sus hijos Cayo y Lucio, con los nietos, se dirigen para verla antes de morir. Asistimos al proceso degenerativo de Cornelia, que a ratos confunde ficción y realidad, sueños y vigilia. Y a ratos recuerda. El pasado se le presenta en sueños, y de día conversa con su voz interior, y con Acilina, la hija de Acilia, que desde la muerte de su madre ha ocupado su puesto y ayuda a la vieja ama, la cuida, le lee y escribe al dictado sus  órdenes.
Recorre el lector Gades, Malaca, Carthago Nova y Pestum, y en cada parada es informado de la vida romana: las diversiones, los nacimientos, las ceremonias religiosas, el teatro, …el teatro entusiasmaba a Cornelia, y el autor se explaya con este tema.
En suma, una obra que recorre los años cruciales de la Roma pre imperial, las guerras civiles desde Mario y Sila hasta los dos triunviratos. Pero lo hace de un modo muy ameno, sin agobiar al lector con detalles de erudición,  (salvo quizás alguna parte de la que habla Cornelia) y contando no sólo lo que es ampliamente conocido, sino la trastienda, las intrigas que hacen realidad los proyectos y ambiciones políticas. A destacar tanto la muerte de César, con una fuerte carga dramática, como la muerte de la propia Cornelia, capítulo muy emotivo y francamente cautivador.
El autor, tras introducirse en la novela histórica con una trilogía sobre el cartógrafo santoñés Juan de la Cosa, ha marcado un cambio de registro con esta obra, que considero altamente recomendable.


Javier Tazón Ruescas (Santander, 1953) Licenciado en Derecho, ejerció durante años como abogado especialista en Urbanismo. Dedicado luego al mundo de la gastronomía, organizó cofradías y asociaciones en torno a la sidra natural.
Es autor de obras de gastronomía, ciencia ficción y de una trilogía sobre el navegante Juan de la Cosa.



Fuensanta Niñirola




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