30/12/16

AGATHA CHRISTIE: UNA VIDA

AUTOBIOGRAFÍA

AGATHA CHRISTIE

Editorial Molino, 2004


Una autobiografía a veces se confunde con lo que llamamos memorias. El autor, en la autobiografía, cuenta su vida cronológicamente, sus recuerdos, las personas de su entorno familiar y amistoso, los espacios que habitó, los viajes que realizó y toda una serie de hechos de su vida. En las memorias, el autor salta de un tema a otro, destaca momentos importantes para él, introduce digresiones con comentarios, reflexiones, etc. que no necesariamente están ligadas a su vida pero sí a su pensamiento.  Muchas veces el recuerdo de algo es percibido de modo distinto a como realmente sucedió, cosa que el biógrafo –más objetivo- suele evitar. Escribir, pues, desde un único punto de vista sobre uno mismo muestra una visión parcial, “olvidando” hechos que el autor no desea rememorar ni comentar. En el caso de la señora Christie, todos tenemos en mente su famosa e inexplicada desaparición y reaparición, un lapsus que ella nunca quiso o quizá no pudo comentar, (y en esta autobiografía se silencia).
Este texto tiene, efectivamente, la forma de autobiografía: se estructura en partes cronológicamente ordenadas, si bien su autora no se siente obligada a seguir la cronología; hay muchos saltos en el tiempo y en los temas, abundantes digresiones y comentarios diversos, aunque sabe retomar el hilo perfectamente. En mi opinión, es un aliciente más que un inconveniente. La señora Christie comienza a escribirla en 1950, en Nimrud (Iraq), en una casa de adobe, y la terminará quince años más tarde, en su mansión de Wallingford (Inglaterra) cuando ya había cumplido los setenta y cinco.
Agatha Mary Clarissa Miller, DBE (Torquay,1890-Wallingford,1976), ha sido una de las escritoras británicas del género policiaco y detectivesco que más popularidad y ventas ha tenido en el siglo XX. De clase media alta, recibió una educación privada hasta su adolescencia, como era habitual en las mujeres entonces. Ejercía como enfermera durante la I Guerra Mundial, cuando publicó su primera novela, El misterioso caso de Styles (1920). Según su propia opinión, sus comienzos como escritora fueron casi casuales, como un entretenimiento. Era una gran lectora y aficionada a los relatos detectivescos por su admiración hacia  Wilkie Collins y Conan Doyle. No fue sino mucho más tarde cuando empezó a tomarse en serio la tarea de escribir. Y tardó muchos años en considerarse como una profesional de la escritura, e incluso en su vejez insiste en no acabarse de creer que lo era. Sus preocupaciones eran otras: familiares, principalmente, y después, lecturas, viajes y la arqueología. Pero desde que empezó no dejó de escribir y su producción es inmensa.
En 1914, contrajo matrimonio con Archibald Christie, de quien se divorciaría en 1928. El impacto de descubrir la infidelidad de su marido, sumado a la depresión tras la muerte de su madre ese mismo año, le hizo entrar en una fase de perturbación psicológica grave,  y  en 1926 desapareció sin dejar más huella que  su coche, abandonado junto a la carretera. Once días más tarde fue hallada -aparentemente amnésica- en un hotel, bajo otro nombre. Una vez superada esa fase de su vida, hizo lo que muchos británicos de la época: viajar. A finales de los años 20, en mitad de su treintena, se subió, sola, al Orient Express, cruzó Europa y viajó hasta Damasco y Bagdad. Oriente le supuso un sorprendente mundo nuevo, lleno de experiencias interesantísimas, que le inspiró temas para muchas novelas, además de encontrar al que sería su segundo marido, Max.
En 1930 se casó con el arqueólogo Max Mallowan, (catorce años más joven que ella) a quien acompañó en todos sus viajes a Irak y Siria, donde pasó largas temporadas, y fue un matrimonio feliz, pese a que, según cuenta, le costó mucho decidirse por la diferencia de edad.
En un capítulo que dedica a reflexionar sobre su modo de abordar las novelas policiacas contraponiéndolo a cómo otros escritores lo hacían, dice que tienen como fin «ayudar a salvar la inocencia. Porque es la inocencia lo que importa, no la culpa»
“En aquella época, los años de la primera guerra mundial, el agente del mal no era un héroe: el enemigo era perverso y el héroe, bueno; tan simple como eso. Aún no nos habíamos adentrado en los oscuros caminos de la psicología y yo, como cualquiera que escribiera o leyera libros, estaba en contra del criminal y a favor de la víctima inocente.”
En este capítulo cuenta cómo fueron surgiendo sus personajes característicos, Hércules Poirot, Miss Marple, etc.; en quiénes se inspiró, y en fin, una serie de curiosidades. Pero también explica su manera de ver la literatura, libre y sin ataduras, porque para ella lo importante era la vida, no la escritura. Sus intentos de escribir sobre otros temas (usando un seudónimo, Mary Westmancott) no fueron demasiado aceptados por el público, que le pedía más y más novelas policiacas.
Hay muchos otros capítulos dedicados a la arqueología, a sus viajes, a múltiples detalles de las viajeras de la época: al final de la década de 1930 trabajó intensamente ayudando a su marido en excavaciones por Siria, Iraq, etc….mientras en sus ratos libres o en paradas de descanso escribía sus novelas. Asimismo dedica su atención al teatro, ya que no sólo muchas de sus obras se adaptaron al teatro (y al cine) sino que ella misma escribió piezas teatrales o dramatizó sus relatos. Cuenta muchas anécdotas sobre todo ello.
Habla de su infancia, que fue muy feliz; de sus familiares, sus amigos, explayándose en detalles sobre sus vidas; sobre las diversas casas en las que habitó, desde su querido Ashfield natal pasando por casas de adobe en el desierto sirio o los pisos en Londres. En los tramos en los que relata los bombardeos de la segunda guerra mundial, que vivió en Londres, asegura que en ningún momento usó un refugio. Su casa fue bombardeada y demolida y hubo de mudarse varias veces. Su marido pasó tres años como piloto en la zona de Oriente Medio y ella colaboró como sanitaria durante toda la guerra, de nuevo.
 
Amena y entretenida, ilustra la vida de los británicos de clase media alta, pero también de lo que ocurría con la literatura, la investigación sanitaria o la arqueología en esos años: vivió dos guerras y participó activamente para ayudar a su país, con su trabajo sanitario y cediendo sus casas a la Marina, al Ejército, a los refugiados que huían de las bombas. También vivió situaciones duras y desagradables en sus múltiples viajes por Oriente, sobre todo para una mujer acostumbrada a comodidades y bienestar. Pero no se le cayeron los anillos: supo acomodarse y llevarlo con el mejor ánimo. Fue una mujer valiente, activa, de gran sentido común y muy trabajadora. Tuvo muy claro siempre dónde estaba su lugar en la literatura. Valoró más la vida que la escritura, sin que por ello dejara de escribir mientras pudo.




Fuensanta Niñirola









26/12/16

EL REY TRAIDOR

LA TRAICIÓN DEL REY
J.L. GIL SOTO
Ed. Kailas, 2016


¿Qué tendrá el Poder que a todos seduce, a todos corrompe y a todos intimida? Unos resisten más la tentación, y otros, menos, insaciables en sus ansias de dominio. Esta que comentamos hoy es una historia de luchas por el poder, y en ella destacan personajes que fueron poderosos, muy poderosos, aunque, como podremos apreciar, cuanto más alto se sube, mas dura es la caída.  
Nos encontramos ante una obra muy ambiciosa, cuyo eje lo compone, de forma novelada, la vida de Manuel Godoy (Badajoz,1767-París,1851), de quien su paisano Gil Soto ha decidido presentar una visión más realista y menos ideologizada. Muy ambiciosa porque, aunque el centro de la misma es la figura de Godoy, el Príncipe de la Paz, en realidad lo que el autor hace es mostrar momentos importantísimos de la historia política española desde la subida al trono de Carlos IV hasta el comienzo del reinado de Isabel II en España. Godoy fue, efectivamente, el último de los validos del Antiguo Régimen, un hidalgo ascendido a aristócrata, que a los veintipocos años accedió al poder de modo meteórico, y sin embargo, a pesar de su juventud supo qué hacer con el poder acumulado, puesto que era un hombre con ideas nuevas, ilustrado, con decisión y valentía, lo que se dice un hombre de Estado; si bien quedó atrapado entre dos mundos, uno en pleno derrumbe y otro naciente. Lo que se nos presenta, pues, es una historia del tránsito de un régimen político a otro,  tras la eclosión de la Revolución Francesa. Una época llena de interés, de luces y sombras, como todas las épocas de cambio de paradigma.

Así, en esta obra la frontera entre la novela y el ensayo histórico es difícil de discernir, ya que, si bien tiene forma novelada, en realidad gran parte de sus capítulos relatan los hechos históricos presentados desde un punto de vista principal (el de Godoy) y otros secundarios: los Reyes, el Príncipe Fernando, Napoleón,…contado de modo ameno, correcto y muy bien documentado. Pero no encontraremos apenas ficción en el sentido novelesco, y prácticamente todos los personajes –si exceptuamos a los sirvientes, aldeanos y demás personajes ocasionales- son reales, por lo que la ficción apenas tiene cabida como tal si lo que se pretende es la fidelidad a los hechos, y el autor insiste en su preocupación por esta fidelidad en su nota final. Algunos hechos, sin embargo, de los que destacaría  el Motín de Aranjuez, sí están narrados de modo novelesco, y con gran fuerza, por cierto. La primera guerra contra Portugal, el desastre de Trafalgar, la conjuración del príncipe Fernando contra su padre, los encuentros con Napoleón y la salida de la familia real hacia el exilio…son tramos novelescos bien engarzados con el resto de la narración.
El pacense Gil Soto se ha basado tanto en las Memorias de su paisano como, y sobre todo, en la correspondencia mantenida por Godoy, a la que ha podido tener acceso gracias a la familia descendiente de los Condes de Peñafiel (descendientes de la unión de Godoy con Pepita Tudó)  y, por supuesto, en los documentos oficiales. Es decir, la fiabilidad histórica parece estar garantizada, si bien a expensas de la ficción.  De un modo u otro, es una obra muy destacable, que mantiene el interés y trata de presentar distintos puntos de vista para que la figura de Godoy, tan controvertida históricamente, reciba un tratamiento justo y honorable. No excusa a Godoy de sus errores, ni de su altanería y ambición, pero asimismo destaca su labor como gobernante y como consejero real, así como persona ilustrada y con un gran interés por la cultura y el progreso. Todo el tratamiento que le da a su figura una vez llega al exilio (Francia, Italia, otra vez Francia…) se centra el cuestiones relativas a la relación fiel hacia los reyes desterrados y en su vida personal, a su honor, siempre intentando que le reconocieran sus aciertos políticos en vez de achacarle todos los males del país a su sola persona.

Durante muchos años se ha seguido presentando la figura del valido de Carlos IV como un advenedizo, un delincuente con ansias de grandeza y cuyo papel era hundir a España. Esta versión, fue creada y alimentada en su día por los cortesanos que rodeaban al futuro Fernando VII y por éste mismo, que creyó desde el primer momento que la relación casi filial que los Reyes mantenían con el valido concluiría por usurparle el puesto. Así pues, conforme aumentaba el poder de Godoy, aumentaban sus detractores y corrían los bulos y las calumnias. Quedan muy visibles en esta narración los entresijos del poder político, la Corte y sus envidias, rencores, ambiciones, la ignorancia generalizada de la población analfabeta, a expensas de las manipulaciones con que las camarillas políticas les dirigían. Cómo se gesta el Motín de Aranjuez,  cómo se gesta la invasión de España por las tropas napoleónicas, las constantes disensiones entre ilustrados, más cercanos a Francia o a Inglaterra, formando facciones enfrentadas y con las que tenía que bregar el Secretario de Estado: Godoy.  Todo ello está expuesto al lector de modo a veces relatado y a veces dramatizado,  pero bien hilvanado.
El título hace referencia a Fernando VII, obviamente, y la narración toma ese punto como el más álgido, tras el cual se hace una inflexión y la historia discurre después  en una suave pendiente que muestra la decadencia del poderoso y el trato infligido conforme sus apoyos y valedores le van abandonando.
Manuel Godoy es presentado en su faceta de animal político desde su juventud, y descrito como un hombre hiperactivo, controlador, mujeriego, amante de la buena vida, de las riquezas, del arte, deseoso de favorecer a sus familiares y amigos, con los que se muestra siempre generoso.  Con una lúcida visión política, se hace cargo de todo ante la indolencia e indecisión de un Rey que no ve más allá de sus narices. Sin embargo, no supo o no pudo valorar a sus enemigos lo necesario para protegerse. Principalmente, al príncipe Fernando, cuyo inveterado odio, alimentado por su camarilla, provocó el conflicto con Francia y la caída repentina de la Monarquía y por ende, de Godoy.
Resumiendo, un libro muy interesante, bien escrito, bien documentado y que se lee con gusto.








21/12/16

¡NAVIDAD!

LLEGAN LAS FIESTAS NAVIDEÑAS Y DE FIN DE AÑO 
Y LA HORA AZUL OS DESEA FELICIDAD A TODOS:


    



1/12/16

BRILLANDO EN LA OSCURIDAD

RESPLANDOR EN LA OSCURIDAD


SUSAN ISAACS

Salvat Grandes Éxitos, 1994

Novela que fue un bestseller en EE.UU., y en la que se basó parcialmente la película del mismo nombre dirigida por David Seltzer en 1992, es una de las muchas novelas que la escritora de Brooklyn lleva publicadas.
La novela es muy diferente de la película, por lo que aquellos que la hayan visto deberían prescindir de sus recuerdos y ajustarse a la historia que se nos cuenta. Hay solamente una pequeña parte, el tercio final, en el que la narración tiene más similitudes con el filme, pero incluso en esta parte, tampoco sigue todos los detalles.

La primera mitad de la narración recuerda más a la película Working girl, (Armas de mujer, 1988). Linda Vost, una “solterona” de treinta años, es secretaria en un importante bufete de abogados y está enamorada de su jefe, John Berringer.  Hasta aquí, la novela podría parecer una historia romántica, salvo por la manera con que está contada, con toques de humor, ironía y pizcas de realismo social. La autora sitúa la acción en los años cuarenta, si bien se retrotrae a los años anteriores  para describir a los personajes y el ambiente. El mundo de las secretarias, ( y esta es la parte que recuerda a Working Girl) con sus inevitables cotilleos, murmuraciones y amores imposibles, el retorno a hogares sumidos aún en la depresión económica, los sueños contrastando con la triste realidad, todo es descrito minuciosamente por medio de la mirada de Linda, que habla en primera persona, de cuya mano y voz recorre el lector ese escenario y los personajes.
Linda, la protagonista, es una mujer inteligente, con sentido crítico, que ha pasado la primera juventud y sigue soltera, manteniendo a una madre alcohólica  y hasta hace poco, a una abuela que ejercía de ama de casa y que solo hablaba alemán. De origen, pues, alemán, y judío por parte de padre, Linda es bilingüe, inteligente, por lo que serán requeridos sus servicios para uno de los abogados más importantes que realiza actividades de contraespionaje.
Toda la primera parte del libro es una lenta preparación para la hecatombe  final. Sabemos que Linda, además de estar enamorada de su jefe, y gustarle el cine, es una mujer a la que preocupa muchísimo la política mundial, sobre todo el progresivo deslizamiento de la política a la guerra. Mientras sus compañeras hablan de cine, de maquillajes o de sus jefes, Linda lee la prensa y advierte el peligro nazi, ve venir a grandes pasos el enfrentamiento militar y el desastre en Europa, y no piensa que América debe desentenderse, sino luchar contra ello.
En la segunda mitad del libro Linda ya trabajará más intensamente como secretaria de Edward Leland, el suegro de su marido, de modo que se familizará con el contraespionaje: sus métodos, códigos, sistemas de información, etc. La situación familiar de Linda va tornándose más y más catastrófica  y de este modo podemos comprender que, entre la espada y la pared, la protagonista se marque una huida hacia delante, ofreciéndose para sustituir a uno de los espías asesinado en Berlín.
A partir de este momento, la acción se dispara y la tensión aumenta a pasos agigantados. Si la primera parte puede hacerse algo lenta o quizás no demasiado cercana a las expectativas del lector, la segunda parte y sobre todo, el tercio final, cubre esas expectativas por completo, manteniendo la emoción y la tensión hasta el último momento.
Los diálogos están bastante bien llevados, y hay un cuidado equilibrio entre el humor, la ironía y el dramatismo de la situación histórica y política en que se enmarca toda la parte final. En el desarrollo de la narración, los hechos son verosímiles, más que en la película. El lector sigue el progresivo aprendizaje de Linda, y el paulatino desligamiento de su situación personal y doméstica, que le es francamente hostil. Asimismo sigue la lenta maduración de esta mujer, que de una simple secretaria pasa a ir cumpliendo papeles cada vez más importantes y de gran responsabilidad, a la vez que a darse cuenta que solo satisface la sexualidad del hombre que ama, por lo que llega a un punto en que empieza a distanciarse emocionalmente, hasta su separación, al desplazarse a Europa. Incluso acaba por aceptar su identidad como judía (siempre mantenida en secreto), después de ver el sufrimiento y la marginación de los de su raza.
En suma, una novela muy aceptable: entretenida, con interés, bien hilvanada la trama y la intriga garantizada, además de introducir aquí y allá reflexiones sobre temas políticos y sociales.

Susan Isaacs (Nueva York, 1943) es una escritora y guionista americana. Nació en Brooklyn, estudió en el Queens College. Se casó con Elkan Abramowitz y trabajó como free-lance durante este tiempo, escribiendo discursos políticos y artículos de revistas. Actualmente vive en Long Island con su marido.
Su primera novela, Compromising Positions, se publicó en 1978. Fue, como todas sus novelas posteriores, un bestseller del New York Times. Sus libros han sido traducidos a treinta idiomas diferentes de todo el mundo. Además de escribir libros, ensayos y guiones de cine, Isaacs ha revisado los libros de The New York Times, Los Angeles Times, The Washington Post y Newsday.



Fuensanta Niñirola

24/11/16

TENEBROSO CONRAD

EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS Y OTROS RELATOS
JOSEPH CONRAD

Trad. y prólogo de Dámaso López García
Ed.Valdemar, Col. Avatares, 1998



El escritor de origen polaco Joseph Conrad, británico de adopción,  escribió estos tres relatos en una misma época, según nos cuenta él mismo en la Nota del Autor, en la cuidada edición de Valdemar, que nos los presenta asimismo agrupados, tal y como Conrad los publicó en 1902, bajo el título Juventud, un relato y dos cuentos, y dedicados a su esposa, Jessie. En esta edición van precedidos de un magnífico prólogo a cargo de Dámaso López García*, en el que estudia y relaciona en la medida de lo posible, estos tres relatos, dando al menos una razón para su agrupamiento en un solo volumen. Conrad, a quien el prologuista define como un succès d’estime, un escritor para escritores, más que un autor para el gran público, insiste en su Nota en que la única razón para agruparlos es la de haber sido escritos en el mismo período, entre la publicación de El negro del Narcissus y la época en que empezó a trabajar con Nostromo. Con la sombra de Lord Jim, publicada en 1900, planeando sobre todo el proceso.
En Juventud tiene lugar la primera aparición de Marlow, su personaje más conocido, o su alter-ego, en algunos casos. Y también Marlow continúa apareciendo en El corazón de las tinieblas, aunque no en la última narración, En las últimas, donde el personaje central es el viejo capitán Whalley.
En una carta citada por el autor del prólogo, sugiere Conrad otra razón para el agrupamiento de las tres narraciones que componen el libro. Cada una de las piezas simboliza las tres edades del hombre, y aunque no influya para nada en su lectura, por el hecho de leerlas siguiendo el orden propuesto,  podemos comprender  lo que Conrad llevaba en mente, la idea sobre la naturaleza humana que trataba de transmitirnos mediante sus escritos y la repercusión de la edad en la vida del hombre.  En el prólogo se cita a J. Benet para caracterizar las tres edades del hombre como la edad del impulso, en estado puro (la juventud), la justificación reflexiva (la madurez) y la deriva hacia la enajenación y la decadencia (la vejez).
 Juventud desarrolla un viaje, el descubrimiento del Extremo Oriente, con todo su encanto y su misterio, y a la vez, el reto que representa. Un viaje juvenil, iniciático, tanto hacia la vida como hacia el interior del propio protagonista, un Marlow que, desde sus cuarenta y dos años, cuenta sus recuerdos juveniles a un grupo de marinos alrededor de una mesa, a la espera de la marea que ponga en movimiento su barco. Son recuerdos de Marlow y a la vez, de Conrad, que embarcó desde muy joven y al que le ocurrieron los hechos que se narran, si bien no en los lugares donde se sitúan. Ahí ya el escritor modela su relato dándole su toque especial, fundiendo unos recuerdos reales con otros ficticios, construyendo la acción. El joven Marlow se embarca en el Judea, un viejo velero que sufre toda clase de inconvenientes y desgracias, hasta que consigue llegar cerca de las costas malayas. En el momento de la llegada al puerto malayo, cansado pero a la vez excitadísimo y emocionado, Marlow nos dice, con sus propias palabras: “Era éste el Oriente de los viejos navegantes, tan viejo, tan misterioso, resplandeciente y sombrío, vivo e inmutable, lleno de peligro y esperanza.(...) de repente, un soplo débil y cálido, cargado con extraños aromas de flores, de maderas olorosas, que proviene de la tranquila noche: la primera confrontación con el Oriente. Nunca olvidaré eso. Era intangible y seductor, como un encantamiento, como la promesa susurrada de un goce misterioso.”



Todas las expectativas del joven Marlow se centran en Oriente, un mundo nuevo se abre ante sus ojos, y el encuentro con esa tierra  misteriosa y perfumada, cual amante que espera, perezosa, yaciendo en el lecho, se le antoja la finalidad de su vida, en ese momento. El toque conradiano sobre la edad del hombre, lo da esta emocionada y nostálgica parrafada de Marlow-Conrad, que considero importante citar aquí, antes de pasar al siguiente relato. “Recuerdo mi propia juventud, y un sentimiento  que nunca más volveré a tener: la sensación de que yo iba a durar hasta la eternidad; de que sobreviviría a la mar, a la tierra, a todos los hombres. El sentimiento engañoso que nos inclina a los placeres, a los peligros, al amor, a los esfuerzos inútiles,...a la muerte; la convicción triunfante de la fe en el propio vigor, el calor de la vida en un puñado de polvo.” ¿Se ha visto una mejor descripción de la juventud?

 La siguiente narración, es El corazón de las Tinieblas. También en este caso Marlow cuenta su viaje a un grupo indefinido de oyentes. Aparentemente, un relato sencillo: un Marlow ya maduro, a falta de otro encargo se decide a capitanear un barco que sube por el río Congo para contactar con los puestos comerciales de una empresa belga en “la colonia personal” del rey Leopoldo, descubriendo el caos, la desolación y la absoluta rapacería que reina en aquella parte del mundo.
Llega al punto en que ha de conocer al encargado de la compañía en el puesto más alejado, hacia el interior del país: Mr. Kurtz. Personaje legendario, este Kurtz, que reina en su territorio cual si de un jefe de tribu se tratase, adoptando los medios que tiene a su alcance,  sin embargo, ha comenzado a desvariar y es tiempo de hacerle regresar a la civilización. Y a lo largo del trayecto, Marlow/Conrad, al lento paso de su vapor fluvial deslizándose perezosamente por el río, se interna en ese territorio selvático y salvaje, profundo y oscuro, ese mundo antiguo y enigmático, impenetrable y peligroso, que él describe como “corazón de la oscuridad”. El traductor y prologuista comenta que quizá el haber mantenido esta traducción literal hubiera sido más revelador de las innumerables connotaciones que tiene el vocablo “oscuridad” en castellano, lo que no sucede con “tinieblas”. En inglés se usa la misma palabra para los dos, pero “oscuro” nos remite a “misterioso, malvado, siniestro, desconocido, o perverso”, que está más en la línea de lo que quiere expresar el autor. Marlow viaja al corazón de África, continente oscuro, ya porque en la época aún había muchos lugares por descubrir en África Central, como por lo misterioso del intento y el modo en que se realiza el viaje. A Conrad le interesa hacer un viaje al pasado para confrontarlo con el presente -su presente-, un viaje a la historia y al origen primigenio.
Una idea se abre paso: la barbarie es vida, mientras que el proceso de la propia  civilización es un proceso que lleva a la muerte. Pero no sólo podemos analizar la obra desde sus implicaciones filosóficas, sino también desde otros puntos de vista, más sociológicos y políticos: el colonialismo y el racismo.
La mirada crítica de Conrad se desliza sobre lo que encuentra en el Congo, ocupado por los belgas, a la sazón. Dentro del sistema colonial, el caso belga es especialmente sangrante. El rey Leopoldo se toma la colonización del Congo no como un asunto de Estado sino como un negocio personal, y su modo de arrasar el país es aterrador. Un terrible informe elaborado por G. W. Williams, pastor protestante de raza negra que viaja al Congo en 1890, (justo cuando se encuentra allí Conrad), corrobora algunos de los hechos y efectos de la devastación encontrada por el escritor, cuando aún era marino. Lo que el capitán Conrad encuentra en su verdadero viaje al Congo le deja anonadado y su resultado directo es El corazón de las Tinieblas y Una avanzadilla del progreso, título éste con una cierta dosis de ironía.  Con sus propias palabras, Conrad describe su estupefacción por boca de Marlow: “Tengo la impresión de estar intentando contarles un sueño, de que me empeño en vano, porque no hay ninguna narración de un sueño que pueda proporcionar(...)esa mezcolanza de absurdo, sorpresa y asombro en medio de la reacción de una lucha frenética, la idea de que te ha atrapado lo increíble: la verdadera esencia de los sueños...”


Respecto al tema del racismo, la polémica no surgió en la época de Conrad, ya que los victorianos no entendían ese problema como tal. Por el contrario, Conrad contrasta constantemente la civilización y el primitivismo, y en esa comparación, no siempre sale favorecido el hombre civilizado, sea británico u holandés, norteamericano o alemán. El análisis y la crítica conradiana se extienden a la toda la humanidad, a lo que de humano tenemos todos, estemos donde estemos y en el grado de civilización que nos corresponda. Su resultado es absolutamente pesimista: “Menuda broma es la vida: un misterioso convenio de implacable lógica orientado hacia un objetivo fútil. Lo mejor que puede pasarle a cualquiera es llegar a aprender algo de sí mismo, lo cual llega siempre demasiado tarde, y Luego viene la cosecha de inacabables reproches.”

Abordamos ya en el tercer y último relato, traducido como “En las últimas” (The end of the tether). En esta obra, como bien dice Dámaso López en el prólogo, el pasado se constituye en historia, anula el presente, niega el futuro.  Y destaca otra de sus características: todos los que rodean al protagonista colaboran para hundir al viejo titán. Tampoco el propio capitán deja de tener su culpa, que es la soberbia, el exceso de confianza. Él es también culpable de su desgracia.
En este relato, el narrador es una tercera persona indefinida que lo mismo nos cuenta la vida del capitán Walley en su penoso presente, a bordo del vapor Sofala, como su intrépido pasado en el velero Cóndor, compartiendo los viajes con su amada esposa; su pasado inmediato, ya viudo, en el Fair Maid, barco de su propiedad con el que esperaba acabar sus días, y también las penas con su hija, malcasada y pasando penurias. Cuando se le presenta la ocasión, se enrola de nuevo como capitán, asociándose con el dueño de un maltrecho vapor, Mr. Massy, un personaje despreciable.
Pasa unos años con el vapor Sofala haciendo una ruta comercial, ayudado siempre por un marino malayo, el serang, que le ayuda a dirigir el barco y cada vez va tomando más protagonismo del que a Mr. Massy y al segundo oficial, Mr. Sterne, les resulta soportable. Es curioso que en este relato, el personaje más fiel y honrado resulta ser el viejo serang, con lo que aquí son los blancos los que dan una imagen penosa, según piensa el propio malayo: “...los blancos: hombres arbitrarios y obstinados que perseguían de forma inflexible sus incomprensibles objetivos, seres con extrañas entonaciones de voz, movidos por sentimientos indescriptibles, por motivos misteriosos”.
 Otro personaje, el holandés Van Wyk, es un solitario espécimen humano que vive retirado en una isla, dedicándose a su plantación, que a pesar de la diferencia de edad contacta con el viejo Walley y entrelazan una amistad que les dura unos años. Pero los planes de futuro de Walley fallan y la narración acaba dramáticamente.




Fuensanta Niñirola

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