5/5/11

ENTREVISTA A MELANIA G. MAZZUCCO

Autora de La larga espera del ángel (Ed. Anagrama, 2011)

Melania G. Mazzucco (Roma, 1966), es una escritora italiana, licenciada en la Universidad de Estudios de Roma La Sapienza, especialista en cine en el Centro Sperimentale de Roma.  En la actualidad se dedica a escribir novelas y guiones cinematográficos, teatrales y radiofónicos. También escribe artículos y reportajes de viajes para distintos periódicos italianos.
  
Tus estudios te llevan más al cine y los mass media, ¿cómo y por qué te decidiste a escribir novela?
 Verdaderamente, mis estudios han sido de naturaleza literaria. Me he licenciado en Historia de la Literatura Italiana Moderna y Contemporánea, (especializándome sobre los autores de los años Cincuenta y Sesenta del siglo XX). No me consideraba destinada a la enseñanza y en aquel tiempo la idea de vivir estudiando literatura me espantaba. Amaba más los trenes que las bibliotecas, el teatro más que los libros, y la vida más que el estudio. A los 22 años participé en el concurso para el centro Experimental de Cinematografía (Hoy Escuela Nacional de Cine, CSC) y durante dos años estudié cine y escritura cinematográfica, conviviendo día y noche con jóvenes de mi edad provenientes de todo el mundo (el CSC siempre tuvo vocación internacional, y entre sus ilustres alumnos se contaba García Marquez). Ha sido una experiencia formativa importante e irrepetible. He conocido y aprendido de los grandes maestros del cine italiano, que habían trabajado con Fellini, Germi, Rossellini, Visconti, Monicelli, Pasolini. He aprendido a escribir historias  de dos páginas, diálogos, personajes, a “ver” las escenas, a plantearme problemas de técnica narrativa. Y sobre todo, he podido ganarme la independencia económica contando historias – aunque aquellas películas que escribí no se rodaron nunca. Para tener poco más de 20 años es mucho, casi todo. Pero finalmente, era a la literatura adonde quería volver.

 En el mundo de la literatura ¿Cuáles son tus autores preferidos? ¿Y en el mundo del cine?Soy una lectora omnívora: Leo con curiosidad autores de todos los países y épocas - para conocer el mundo y a mí misma. Es siempre difícil citar a unos y silenciar a otros, pero si debo  mencionar algún autor contemporáneo que amo, quiero recordar algunos autores menos conocidos de los que,  al menos en Italia, he sido una de las primeras admiradoras: el austriaco Christoph Ransmayr, el holandés de origen iraní Kader Abdolah, la canadiense Helen Humphreys. El mismo argumento es aplicable al cine. Soy espectadora de todo tipo de películas,  desde el cine mudo a los dibujos animados. Entre mis films preferidos están Nosferatu de Murnau, 2001 Odisea en el Espacio, de Kubrick, Heimat de Edgar Reitz; entre los autores clásicos, Mauritz Stiller, Jean Renoir, Vittorio de Sica, Kieslowski; entre los contemporáneos, David Cronenberg, los hermanos Cohen, Hong Kar Kwai, Victor Kaniewski, Tran Han Hung, Amir Naderi, Miyazaki. Pero no puedo olvidar  la ciencia-ficción. Adoro Solaris (la novela de Lem y el film de Tarkovskij), Blade Runner, Alien, Screamers. Y los films cómicos de Laurel & Hardy, el horror coreano...

 ¿Qué medio consideras mejor, el literario o el de la imagen, para contar una vida?
3.     Depende: Heimat es una magnífica historia de Alemania en imágenes, pero también El Tambor de Hojalata de Grass lo es en palabras. En general, las biografías prefiero leerlas, mientras que los biopic en el cine  no salen bien casi nunca:  (sin embargo Elizabeth era un gran filme). Al contrario, el horror o las historias de fantasmas en literatura generan con frecuencia una producción serial, mientras que en el cine resultan mejor (los españoles son hoy excelentes, pienso en Los Otros, El orfanato y Rec). Incluso los filmes históricos de época son difíciles  (pero Barry Lyndon era una obra maestra  y Gladiator una gozada)

4.     Has escrito varias obras de tipo histórico o biográfico ¿te interesa más reconstruir vidas o es una excusa para expresarte?
4.     Reconstruir una vida perdida es mi gran pasión, y mi obsesión. Inevitablemente,  en la vida de los demás se deja algo de uno mismo, por tanto en parte eso sirve también para expresarme a mí misma. Pero el móvil de la escritura es el otro, o la otra: reencontrarla. Juntar los fragmentos poco a poco. Nombrar a quien se ha perdido significa darle una vida. Creo que esta lucha contra la muerte es la esencia misma del impulso de narrar historias, y, en el fondo, de  todo arte.

5.     Tiene que gustarte mucho el mundo del arte para escribir un libro como éste: ¿es así?
5.     Soy romana, veneciana e italiana, vivo en el arte y rodeada de arte. Para comprender mi país, antes incluso que la literatura, -que siempre ha sido para pocos- es necesario conocer su producción artística –hecha en cambio, para todos. Los cuadros de Tintoretto dicen del segundo Cinquecento italiano más que cualquier tratado  o poesía. Para los italianos Giotto, Miguel Ángel, Rafael, han sido más importantes que los papas o los reyes, y aún lo son. Cada pueblecito minúsculo tenía su iglesia, su pala de altar, su ciclo de frescos. Constituye nuestra memoria colectiva, nuestra historia y nuestra identidad. Hemos sido un pueblo sometido y dividido, Italia no se unificó hasta 1861: pero los pintores no conocían fronteras ni necesitaban pasaporte. Han viajado siempre, y con ellos, el arte. Era la única lengua verdaderamente común que poseíamos. Amar el arte debería ser  para los italianos tan natural como respirar. Por desgracia, no es así.

6.     En La larga espera del ángel, haces una mezcla de biografía y de retrato psicológico, además de recrear una espléndida historia de amor: ¿Cuál es el aspecto que más te interesaba resaltar en la novela?
6.     El núcleo del relato es la historia de amor de un padre y una hija, de un maestro y una discípula, de un genio y de una imitadora, en definitiva, de un creador por su obra. De esta relación difícil y maravillosa, rara y a la vez común, es de lo que quería escribir. Sin embargo, para hacerlo necesitaba contar mucho más: el mundo de un artista del Renacimiento, su vida cotidiana, su batalla para afirmarse a sí mismo. Marietta sin Jacomo  habría sido un personaje anónimo,  y Jacomo sin Marietta un héroe sin sombra y sin conflicto. Pero sin conflicto, como enseñaban los escritores ya en la antigüedad, no hay tragedia, no hay comedia, no hay novela.

7.     La versión que ofreces de Marietta, la Tintoretta, difiere de las tradicionales, que la presentan como hija legal, primogénita de Faustina ¿has encontrado datos que prueban tu versión o es una licencia literaria? Y en ese caso, ¿Qué te hizo presentarla así?
7.     En primer lugar diré que ninguna de las biografías de Marietta del XVI y del XVII (hay tres) dice que Marietta fuera hija de Faustina, la mujer de Jacomo. Simplemente, ignoran el problema. Sin embargo el problema históricamente existe porque –como he podido verificar con una atenta investigación de las fuentes- Faustina nació en 1545, mientras que Marietta tenía al menos 12 años en 1565: esto lo dicen los testigos de la época de Tintoretto, y ellos no  pueden ser desmentidos. Por tanto, Marietta no pudo ser hija de la mujer de Jacomo. De quién fuera hija yo ni lo sabía ni tenía certeza. Podía hacer sólo hipótesis, y la mía es que era hija de una anterior compañera o amante alemana, porque Tintoretto la casó con un alemán, y ella se movió siempre en el ambiente de los alemanes de Venecia.
La confirmación de esta hipótesis (que al inicio sólo era una intuición) me la dio una Genealogía de la familia de Tintoretto, escrita en torno a 1670 y descubierta en 2004 precisamente por un estudioso español, Fernando Checa Cremades: en esta se dice que la madre de Marietta era una mujer alemana, de la cual el pintor-que en aquel tiempo no se había casado aún- estaba enamoradísimo.  Todas las demás informaciones sobre Marietta que circulan –incluso por la web- no son fruto de una investigación histórica, sino de invención –y proceden entre otras cosas de época romántica (siglo XIX).

8.     La muerte de Marietta es incierta, a veces la presentan como que murió al parir a su hijo. ¿Por qué la has imaginado del modo que lo haces?
También para este caso vale la respuesta anterior. Las biografías antiguas de Marietta no dicen la causa de su precoz muerte: esto hace pensar que no la conocían o preferían callarla. La versión de la muerte por parto es una leyenda. No existe ninguna prueba documental que la confirme. Está claro que en el siglo XVI en Venecia una mujer de 30 o 36 años moría sobre todo de parto, y esto podría explicar el origen de la leyenda. Pero sé con certeza que Marietta parió al menos un hijo sin morir de parto. He imaginado su muerte en Mantua porque necesitaba reconciliarla con su padre, y Mantua era una ciudad mágica –una corte rica y refinada que Tintoretto, pobre y plebeyo, quizá habría querido frecuentar, pero que se negó a causa de la familia y la responsabilidad de sus hijos. En realidad, los documentos de los archivos venecianos nos dicen que probablemente padre e hija no se reconciliaron. Pero la novela necesitaba una transformación. Y Tintoretto quiso que se contase el dolor inconsolable que lo había destruido tras la muerte de Marietta. Y yo le creo, más allá de la cruda y desnuda  verdad de los hechos.
9.     La relación entre padre e hija es tremendamente sugerente y llena de connotaciones: ¿qué te hizo imaginarla así?
En la primera biografía de Marietta, que salió en 1584, cuando tanto ella como el padre aun vivían, se habla, como algo notable, del gran amor que les unía. Es un hecho muy insólito, porque en la vida de los pintores los sentimientos nunca se mencionan (salvo que fueran extraordinarios, como el caso de Giorgione o Rafael, tiernos, imprudentes, amantes,  que perdieron la vida por amor). Verdaderamente, en general, en el siglo XVI los sentimientos y las pasiones eran temidas y evitadas como fuente de subversión: un hombre que desease a una mujer pensaba que era víctima de brujería, y una mujer que amase demasiado era considerada enferma. Por tanto, de los sentimientos se hablaba poco y con recelo.
El hombre que escribió aquella biografía conocía a Tintoretto y conocía también a Marietta (su marido frecuentaba su fuente). Por tanto, escribía sobre cualquier cosa de la que se hablara en Venecia, se comentara, o suscitara sorpresa (y quizá también alguna maldad). Ya esto me impresionó.
Después, cuando me convencí de que Marietta era una hija ilegítima, y cuando descubrí  cómo los demás Tintoretto se comportaron con sus hijos ilegítimos (rechazándolos brutalmente y condenándolos a la miseria, uno de ellos murió, además, en situación de mendicidad), me pregunté qué clase de relación habría mantenido realmente Tintoretto con ella. Hay que tener en cuenta que los hombres de la época de Jacomo se desinteresaban del todo de sus hijas ilegítimas, y no creían ser verdaderamente sus padres,(a menos que se les parecieran como gotas de agua). Las cartas de los amigos de Tintoretto lo cuentan muy explícitamente: se atormentaban con la duda de que aquellos jóvenes no fuesen de su sangre. Esta duda pudo tener consecuencias devastadoras. ¿Él se consideraba verdaderamente su padre? Si fue así, y yo en la novela sostengo la hipótesis de  que finalmente lo hizo, fue un hombre verdaderamente grande, verdaderamente libre.
Hay que considera también que tuvo otras cuatro hijas habidas en el matrimonio, y fue con ellas un padre completamente diferente: autoritario, falto de interés, desafecto. Las hijas (al menos tres de ellas, Perina, Lucrezia y Ottavia) lo adoraban, pero no fueron correspondidas.  En cambio, Tintoretto dedicó mucho tiempo a Marietta, la educó como pintora, como música: como una princesa pero también, como una cortesana. Le encontró incluso un marido para hacerla respetable. No lo hizo  con ninguna de sus otras hijas. Ellas no tenían necesidad de ser respetables, lo eran por nacimiento. Todo esto me habla de un hombre anticonvencional y apasionado,
Y de una relación nunca fácil pero de cualquier modo, única.


10.  Quizás el personaje que queda más en la sombra es Faustina, la esposa de Jacomo: ¿Cómo ves a Faustina? ¿te interesaba más la relación con la hija, por la fuerza dramática que contiene?
10.  Confieso que me ha interesado mucho el personaje de Faustina. Los biógrafos de Tintoretto del siglo XVII la ven como una mujer convencional, burguesa, obtusa y mezquina, que el pintor traicionaba y de la cual se burlaba. Pero yo no la veo así. Casó con Tintoretto a los 15 o 16 años, cuando él tenía ya los cuarenta, le dio ocho hijos, aceptó su modo de vida nada convencional, y su costumbre de trabajar por una baja compensación  o incluso gratis. Soportó sus traiciones (cada mujer debía hacerlo) pero sobre todo aceptó a Marietta y la hizo enterrar en la tumba de su familia. Lo dejó libre para pintar. Tintoretto  le estaba agradecido y la estimaba. Cuando murió le dejó a ella todos sus bienes (aparte de los asuntos de la pintura) y el derecho a decidir el destino de las otras hijas. El suyo fue un matrimonio asimétrico pero sólido, hecho de complicidad y comprensión. He encontrado una carta de Faustina, en los Archivos Venecianos, escrita seis años después de la muerte de él: el amor y el respeto con el que habla de su marido no es banal. Está claro que Faustina no es la protagonista femenina de la novela, sin embargo espero que su personaje ofrezca una suerte de contrapunto doméstico a la figura más compleja y difuminada de Marietta.

  Las relaciones con Dominico también quedan en segundo plano, pareces resaltar más las relaciones con los hijos conflictivos ¿atrae más el conflicto que lo sereno, lo que no se sale de la norma?
La relación entre  Jacomo y Dominico está hecha de sumisión y dulzura, reconocimiento y dolor. Dominico en realidad quería ser poeta o cura y renunció a todo por estar junto al padre, y convertirse en su heredero. Es una  relación sin oropeles pero de gestos importantes. En el testamento Jacomo  tuvo palabras conmovedoras para él, y Dominico le correspondió sacrificándole su propia vida, e incluso  su propia pintura, aceptando  convertirse en el padre y no en sí mismo.
Por contra, Marco y Giovanni fueron los hijos rebeldes, fuente de grandes dolores  y añoranza para Tintoretto.
Me fascinaba la idea de que con los cuatro varones y las cinco féminas Tintoretto hubiera experimentado cada  aspecto de la paternidad – del afecto al odio, de la pasión a la indiferencia, de la competencia a la paciencia, de la rebelión  al martirio. Pero si es padre de tantas maneras, ninguna de ellas  es la correcta.

 Jacomo es un personaje riquísimo, su doble pasión es tan fuerte que resulta casi increíble que consiga dominarla. ¿Triunfó la pintura sobre la vida, sobre la pasión amorosa?
 Indudablemente, sí. Vivió para pintar, sacrificó  a la pintura todo lo demás. Su pasión la comunicó a sus cuadros, y fue una pasión intelectual, teológica, artística, pero también erótica. Gabriele D’Annuncio, un célebre escritor italiano famoso por ser un gran seductor (y erotómano), quedó turbado por la virilidad prepotente que rezuman sus cuadros. Es una virilidad innegable. Tintoretto era un hombre pequeño, poco más de un metro cincuenta, todo ojos y cerebro (por otra parte bellísimo, como demuestra su autorretrato a los treinta años); un grano de pimienta, según sus amigos, lleno de fuego. Su fuego lo quemó en sus creaciones. Y nos las ha dado.



1 Tintoretto no fue biografiado por Vasari, (que murió antes) aunque le cita de pasada, como contemporáneo, cuya vida no fue tumultuosa, sin embargo tú lo presentas con un tremendo torbellino interior: ¿cómo conseguiste entrar en ese personaje de un modo tan agudo?
 En realidad, Vasari lo biografió en la segunda edición de las Vidas (del 1568), pero lo consideraba un pintor  demasiado extraño y demasiado extravagante. No lo comprendió. Quedó impresionado por su prodigiosa inteligencia, por su vivacidad, por su talento (también como músico), pero no comprendió su pintura. Yo he amado su pintura siempre. Y sé que para un artista lo que cuenta en la vida es su propia obra. Es en ella donde se debe buscar su verdad. Para contarlo, sólo he tratado de entrar en sus cuadros. Tintoretto pintó más de 600. He tratado de verlos- si no todos, casi todos. Y los he escuchado.
1El hecho de que Jacomo vistiera de hombre a su hija ¿supone un deseo de que sea como un hombre o sólo es una defensa frente a los hombres?
 La interpretación debe quedar abierta. Sólo sabemos que lo hacía (lo dice el segundo biógrafo de Marietta, y la información se la había dado el hermano de ella,  Dominico). Creo que, más allá de todo, sería un modo de darle la libertad de la que como fémina, no podía disfrutar. Hay que tener en cuenta que en la Venecia de 1560 una niña no podía salir de casa, y menos todavía seguir a su padre o estudiar pintura en su taller, en medio de los hombres y los muchachos. Las mujeres venecianas vivían casi segregadas. Pero no se puede olvidar que travestirse con ropas masculinas genera una turbación erótica e implica subversión (Sólo les era permitido a las meretrices). Por parte de un padre, era un comportamiento poco convencional indudablemente. Marietta pudo haberlo vivido como un juego, y como un modo de alejar la maduración sexual que la habría separado del padre, obligándola a casarse y salir de su vida. Pero esto es sólo una hipótesis, quizás un anacronismo. En su único probable autorretrato, hoy en Florencia, Marietta se representa como una virgen mofletuda, tímida, asustada (pero la canción que canta y de la que muestra  el libreto tiene un texto muy fuerte, casi provocador).
1 Las mujeres pintoras tenían en esas épocas un oscuro y difícil camino, ¿has escrito o piensas escribir  sobre más artistas mujeres?
Antes de escribir sobre Marietta, me estuve ocupando de otra artista italiana del siglo XVII –en su época, bastante célebre, hoy olvidada totalmente. Otra mujer que luchó por encontrar su propio espacio entre los artistas de su tiempo, y de la que se ha perdido el rastro. Para dedicarme a los Tintoretto  abandoné temporalmente aquel proyecto, pero no lo he olvidado y tarde o temprano escribiré también de ella. Pero pienso que no será una novela. Más bien una biografía.
No sé si conoces España ¿Tienes previsto venir a hablar de la novela?
Vine en febrero al Instituto Italiano de Cultura de Barcelona, la ciudad que –gracias a mi editorial Anagrama- conozco mejor. (Aunque tengo también buenos recuerdos de Santiago de Compostela). Con España me liga una larga costumbre y un diálogo estimulante con los lectores: espero tener ocasión de volver (para) con motivo de esta novela.  Me encantaría hablar de Marietta en Madrid. Ella fue invitada a la corte del rey de España Felipe II, pero no vino nunca. Sería hermoso traérmela, por fin,  por lo menos en el recuerdo.

Entrevista publicada en:

Fuensanta Niñirola
Traducción revisada por Isabel Barceló
Abril 2011

3/5/11

ESPERANDO A UN ÁNGEL

LA LARGA ESPERA DEL ANGEL
MELANIA G. MAZZUCCO
Ed. Anagrama

Ligada íntimamente a Venecia, ciudad que apenas abandonó y que llevaba incrustada en sus venas, como los canales que la surcan, la vida y evolución artística de Tintoretto está desarrollada en esta espléndida novela junto a la de su familia, y a la pasión obsesiva por su hija mayor, Marietta. Los conflictos y preocupaciones de cada hijo, girando siempre alrededor del ángel/demonio de aquella pasión mórbida que todo lo impregna, es lo que nos cuenta Melania G. Mazzucco (Roma, 1966), escritora italiana, licenciada en la Universidad de Estudios La Sapienza.  Especialista en cine en el Centro Sperimentale de Roma.   Se ha dedicado a partir de 2005 a escribir novelas y guiones cinematográficos, teatrales y radiofónicos. También escribe artículos y reportajes de viajes para distintos periódicos italianos.

La autora sitúa la narración como el postrer recuerdo del pintor en sus últimos quince días de vida, que son los quince capítulos del libro. En ellos, Tintoretto recuerda. Y sus recuerdos mezclan años, personajes, hechos, emociones, pensamientos. Y salta de una cosa a otra, en su febril imaginación, trazándonos a grandes y pequeños rasgos diversos momentos de la trayectoria artística y vital de este gran hombre e inmenso pintor veneciano. Y también a la trayectoria de la ciudad que fue cabeza de una república, la Serenísima, muy importante en esa etapa histórica, puerta de Oriente en las relaciones internacionales del mediterráneo, y sobre todo, en el comercio.

Jacomo Tintoretto llevó una vida concentrada en su arte y en su ciudad. Amó a todos sus hijos, tan distintos unos de otros, y amó a Faustina, su esposa, que le dio ocho vástagos y que a su manera le amó, respetó y le guardó fidelidad. Pero a Faustina no le interesaba la pintura ni el arte, era una buena mujer, casada jovencísima y siempre dispuesta a complacer a su esposo, ocupándose de su casa y familia. En cambio, su hija Marietta, llamada también la Tintoretta, era la niña de sus ojos. Le seguía desde pequeña como un perrito por el taller, le preparaba los colores, los lienzos, le ayudaba en todo y aprendió muy pronto el arte pictórico. Para ello la llevaba siempre disfrazada de chico, porque la educación que le daba no era para una mujer, y tenía que defenderla de ojos ajenos. Pero las niñas crecen y el patito feo se convierte en un cisne. Y un día el padre se da cuenta de lo que tiene en casa. La pasión de Tintoretto por su hija primogénita rozaba lo incestuoso, según la imagina la autora, (aunque nunca pasó de platónica) lo que le llevó a un estado de continua lucha contra sus impulsos y su deseo. También su hijo Dominico la amaba, en segundo plano; y Marietta, para rizar el rizo, mantenía una turbia relación con ciertas mujeres, que queda velada como otras muchas insinuadas.

El deseo del pintor de llegarse a Roma para conocer al gran Miguel Angel se ve frustrado por diversos impedimentos que, cuando finalmente los solventa, el genial artista ya había muerto. Jacomo no quiso ya salir de su ciudad. Además, tenía mucho trabajo, le llovían encargos. Le costó hacerse un nombre, pero en la madurez de su vida lo consiguió plenamente. El gran cuadro que pintó para la Scuola di S. Marco, la decoración de techos y muros de la Scuola di S. Rocco con escenas bíblicas y religiosas (en general, casi toda su pintura alterna temas religiosos y mitológicos, salvo los retratos), y otros múltiples encargos de iglesias, scuolas o incluso del propio Palacio Ducal, que decoró con escenas del Paraíso, le mantuvieron ocupado toda su vida, hasta su vejez, en la que paulatinamente fue abandonando el trabajo en manos de su hijo Dominico y los otros aprendices del taller, limitándose a dar instrucciones y toques de gracia.

El capítulo dedicado a la epidemia de peste impresiona hasta la médula. Casi olemos las fogatas donde quemaban los cadáveres y los objetos domésticos que habían rodeado a los enfermos. Sentimos la desolación de la ciudad que el artista no quiso abandonar, veneciano hasta la médula, y que asistió con pena real, al entierro de su odiado Tiziano, cuya animadversión fue recíproca, desde que el gran pintor negó a Tintoretto el aprendizaje  en su taller, celoso de la ambición del joven Jacomo. La emoción con que visita lo que queda de la casa del gran Tiziano y compra un magnífico cuadro que siempre le recordará, colgado en su taller, el camino de perfección.

Una trágica historia de amor, -ya que todo verdadero amor es de por sí, trágico- es esta novela, que desborda los límites de una biografía novelada, superándolos y llevándolos al campo de la gran literatura. La autora consigue conmovernos en cada capítulo, llegarnos a la médula. Y sus investigaciones sobre la vida de Marietta la llevan a contradecir algunas de las biografías actuales en algunos puntos, así como su imaginación e inspiración cubren muy verosímilmente los vacíos y los misterios respecto a algunas situaciones de la vida de ambos.
Paulatinamente vamos conociendo la relación del artista con cada hijo, el drama continuo de su pasión por Marietta, -donde la autora da alas a su imaginación y lucimiento a su verbo- y el lento desvelamiento de muchos misterios acerca de su vida. Las reflexiones y los recuerdos desde el lecho de muerte, el continuo ir y venir en el tiempo y en las imágenes que le afloran, y que, muy bien elegidas por la autora, están cargadas de simbolismo y de belleza.

La imagen del agua, símbolo de la ciudad, la inmersión en la laguna son continuas; asimismo la de la muerte y de la vida, (Eros Thanatos se dan la mano constantemente); como la simbología del ángel, el ángel de cera, que Tintoretto tenía de modelo en el taller y que se quema con el incendio provocado por su hijo Marco. Ícaro es otro mito presente en el fondo: el ángel de cera, metáfora del intento de volar de Marietta, del acercamiento al sol, a su padre. Tintoretto reflexiona sobre su posición solar, como en el giro copernicano. Otro simbolismo que podríamos extraer sería el intento del pintor de ser un Pigmalión con Marietta, hija angélica/diabólica, que le ama con verdadera locura y cuya separación le supone casi la muerte. Crear otro yo en ella, formarla con sus ideas y con su pintura, deseo que a la postre acaba desvaneciéndose, como se desvanecen las figuras en la niebla de la laguna.

Obra ambiciosa y muy bien ambientada y documentada, no sólo en el aspecto histórico sino en las reacciones, la manera de pensar, las elucubraciones que pone en la mente del pintor y que son absolutamente de la época; todo ello consigue que entremos en el clima opresivo de esas vidas y de esa ciudad, y que nos apasionemos con ellos, hasta límites insospechados. Magnífica novela, espléndida factura y loable traducción, altamente recomendable. Histórica, sí, pero absolutamente literaria; de un altísimo valor literario, en la forma y en los contenidos. Como sólo un italiano –italiana, en este caso- puede entender a un artista de su país, ya que los italianos  viven desde que nacen rodeados de arte por los cuatro costados. 
Publicado en: http://www.hislibris.com/la-larga-espera-del-angel-melania-g-mazzucco/

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